miércoles, 20 de junio de 2007

el tiempo inclemente


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HOY
No sabré jamás lo que haré mañana
En que cama me acostaré,
Desde la tarde hasta la noche
Solo se que llegaré a alguna hora a casa
Antes de la luz del sol
Hoy, no hay dolor
Indiferencia, frío, mueca sarcástica
Pero ya necesito cambiar, podría enganchar y arrancar llegando hasta la quinta marcha
En algo que nada es
Habrá freno, desvío
Cambio, relevo
Debe venir una tercera pista en el camino...


AYER

Esa muchacha que se creyó princesa,
Sus ojos grandes, de color del clima, de la luz y del amor
Con las nubes, pardos
Con la noche, negros
Con la monotonía, marrones
Con el sol, el calor, el amor y el llanto, verde musgo
Y sus pestañas ondeadas a la luz
Besaban pieles ásperas imaginarias
Ese hombre que duró un aleteo de mariposa
Sus ojos enormes, color pasión, ternura, calor
Inevitable el roce de sus pestañas
Desde allí, desde los ojos bajaban sus deseos
Hacia manos que se buscaban
Cuerpos que se encontraban
Deseos descontrolados despertaban las pasiones de ella
Sentía el calor de su mirada y el sabor de los besos
A ambos les dedicaba toda su dedicación
Nadie se le compara ni la amará
Nadie será jamás
Lo de ahora son la necesidad que él le dejó
De sentir piel con piel
Sexo con sexo
Frío que calma solo el calor de algún hombre
La verdad, las princesas no existen
Y los finales de cuentos pueden ser infelices.

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