Yo no sabía que no tenerte 
podía ser dulce como nombrarte 
para que vengas 
aunque no vengas 
y no haya sino tu ausencia 
tan dura como el golpe 
que me di en la cara 
pensando en ti.
Te acuerdas de ese día? 
Como ayer.
Estás en ese tubo de luz?
Te vi llegar
Bajar del auto
Correr hacia mí
Entrar en mi piel
Promesas de verano
19 años, piel de manzana
28, piel de durazno
Manos que recorren mi piel.
Manos que no se atreven a tocarte.
Entera me desnudas.
Se escuchan las voces afuera.
No es trascendente.
Solos tu y yo aquí dentro.
Una noche muy oscura.
No hay luna.
Hace frío.
Que importa?
Estamos nosotros que nos damos calor.
Ansiosos tus dedos me hurgan.
La emoción me recorre.
Haces camino en mi profundidad impenetrada.
Te adentras  con suavidad.
Te mueves despacio.
Acaricias mis pechos.
Un dulce dolor me estremece.
Tu boca en mi oreja.
Me dice  “te amo”
Te creo y me creo.
Han pasado más de 20 años.
Tus manos.
Tus labios.
Tu saliva.
Todo tu cuerpo.
Cada centímetro  recorrido.
Aprendí  con el tiempo a sentirte entero.
Bebiste de mi todo.
Bebí de ti sin apuro.
Viscosos, tibios, del uno y del otro.
Mordidas, refregones.
Incrustados, agazapados.
Tanteándonos, retorciéndonos
Estremeciéndonos, meneándonos
Chupándonos, olfateándonos.
Porque siempre fuimos así, solo el uno del otro.
Y de nadie más.
Todo fue igual desde principio a fin.
Cada día inventando algo nuevo.
Nada faltó?
Nada.
Todo fue perfecto.
Hasta el último día.
Hasta la llegada de ella.
Tal como estaba escrito.
Me hiciste mujer.
Tú ya eras hombre.
Jamás me importó.
Y me quedaron tatuadas.
Tus huellas.
Nada se igualará jamás.
Todo lo que viene es solo el azar.
Ahora mi táctica es 
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo.