viernes, 23 de marzo de 2007

AL VAIVEN DE CADERAS



Anoche fuiste tu tu quien vino a mi cama, sigiloso.
Paseándote por mi, bebiste cada uno de mis humores.
Dejaste las huellas de los tuyos.
Me recorriste toda, desde mis pies hasta mis ingles.
Allí te detuviste provocando con tu boca, labios y lengua mis fluidos
Danzaste con mi golondrina ombliguera.
Deambulaste desde uno a otro de mis pezones.
Reposaste tu nariz en mis axilas, dejando tu aroma perceptible.
Tu mentón raspó áspero mis hombros, desgastando un poco mis dibujos.
Murmuraste palabras olvidadas en mis orejas.
Y tus manos masculinas me tomaban desde mis mariposas hasta mis caderas.
Empujabas tu sexo hacia el mío.
Embestías más y más, besando cada uno de mis ojos.
Te quedaste en mi boca, enroscando tu lengua con la mía.
En ese instante debió ser,
Que soltaste tus trocitos de alas amieladas en mis entrañas.
Desperté.
Y Me has dejado una sed inmensa y eterna
De beber de tu labio
Esa gota de saliva...