La felicidad que había encontrado en sus solitarias prácticas, pensadas en una mujer, le parecían compensación suficiente.
¿Para qué, teniendo esto, hubiera necesitado ser rico, famoso, extravagante, genial?
La modesta oscuridad que era su vida a los ojos de los demás, esa rutinaria existencia, ocultaba algo que pocos congéneres disfrutaban o sospechaban siquiera que existía; la dicha posible, transitoria y secreta, mínima incluso, pero palpable, noscturna, viva...
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