Siempre hubo insinuaciones, desde sus manos al estirarse ella, bajo sus senos, su brazo desnudo de hombre rozando el cuello sensible de ella, la mirada directa a su escote, diciéndole desabrocha ese botón para ver lo que mas me gusta de ti, tus pechos.
Preguntando intimidades, muy directo, demasiado, al punto de hacer que los otros observen maliciosos, ella se sonroja, pero le gusta sentir su aroma y aunque no es guapo tiene esa actitud de macho, esa postura, esa voz, el beso en su no rasurada barba con su olor y su aspereza, ella tampoco lo es, solo le gana su sensualidad y formas que se ven bajo sus ropas. Ella sabe a donde van sus intenciones, las de los dos. Si ella le diera solo una demostración el iría directo a un encuentro cotidiano mas íntimo y perdurable. Pero solo se encuentran unas veces durante la jornada, lo suficiente para mirarse , sin hablar.
Sintiéndose ambos en esa energía sexual que fluye pero que no termina de unirlos, solo besos furtivos y abrazos con intención de sentir el sus opulentos senos y que ella su erecto miembro bajo sus ropas.
La última vez fueron mas lejos, con las desinhibiciones de los cigarrillos de esos que dan risa, fueron dos y fue mas de un roce. Fueron sus bocas en encuentro con sus sexos, apretados en un espacio pequeño, sin hablar, solo risas alucinadas entre el ruido del tráfico, escondida ella entre sus jeans, escondido el entre su pollera. Un dejarse llevar sin vergüenza, sin memoria. Ahora esperan cada viernes por la tarde cuando ambos terminan una cansada y deprimida semana, allí liberan sus instintos y deseos bajo la puesta del sol. Sin hablar. Continuarán hasta que deje de ocurrir, cuando solo perdurarán los recuerdo de sus olores , sus sabores en la secreta complicidad, concientes de esos ocultos encuentros de viernes que pronto terminarán con la llegada de final una etapa mas…