Son las 3 de la mañana, entro en tu cuarto, duermes con los labios entreabiertos, no resisto la tentación, los beso con besos pequeñitos pasando por todo el contorno de ellos.
Continúo por tu nariz perfecta, apenas rozándola con mis labios hasta llegar a tus pestañas largas y sedosas, allí me detengo pasando la punta de mi lengua por ellas, sin respirar para no interrumpir tu sueño.
Bajo por tus mejillas con besos casi en el aire, suaves y cortitos y me detengo en tu oreja derecha, me paseo en todo su contorno.
Sigo hacia tu mentón, áspero, varonil, gustoso.
Acurruco mi boca en la tibieza de tu cuello que desprende olor a ti. Me quedaría eternamente allí, pero decido continuar hacia tus hombros angulosos y esquinosos, recorro tu brazo y deambulo en cada uno de tus dedos dejando un imperceptible camino de saliva que irremediablemente me desvía hacia tu ombligo jadeando sobre él, suave y lentamente, no debes despertar.
Entre los bellos de tu ombligo se hace un camino hacia tu sexo frondoso que percibe mi aliento y mi pulso que con apenas el contacto de mi lengua se erecta viril, como dispuesto a embestir.
Te mueves dormido y me retiro de tu sueño, te dejo allí con tus vuelos y sentires.
¿A quién soñaste al sentirme? Daría mi vida por tus pensamientos…..