Y tu estás allí, carísimo.
Mirándome, como autopsiándome, ojos que miran para ver y mente alerta de alquimista que elucubra las recetas fosforescentes del placer.
Erecto, engalanado de un manto de plumas vivas, metamorfoseado en tótem, el de los espolones y el plumón bermejo, ese de espaldas que me observa,
¿quién podría ser sino tú?
Acabas de incorporarte y mudarte en mirón.
Hace un instante estabas ciego y de hinojos entre mis muslos, encendiendo mis fuegos, abyecto y diligente.
Ahora gozas mirándome y reflexionas.
Ahora sabes cómo soy.
Ahora te gustaría disolverme en una teoría.
Somos totales y libres, terrenales a más no poder.
Nos han dejado sin secretos.
Esa soy yo, tu ofrenda, ralajada y latiendo.
Chorro de almíbar , yo.
Esa es mi cara para ti, a la hora de los sentidos.
Esa soy yo cuando, por ti, me saco la piel de diario y de días feriados.
Esa será mi alma, tal vez.
Tuya de ti.
Se ha suspendido el tiempo.
Allí no envejeceremos ni moriremos.
Eternamente gozaremos en esa media luz de crepúsculo, alumbrados por una luna que nuestra embriaguez triplicó...
Es la patria del instinto puro y de la imaginación que lo sirve...
Hemos ganado magia, misterio y fruición corporal.
Eramos una mujer y un hombre y ahora somos eyaculación, orgasmo y una idea fija.
Nos hemos vuelto sagrados y obsesivos.
Nuestro conocmiento recíproco es total.
Tú eres yo y tú, y tú soy yo y tú.
Algo tan perfecto y sencillo como una golondrina o la ley de gravedad.
Ahora deja de mirar.
Ahora cierra los ojos.
Ahora, sin abrirlos, mírame y mírate...
E. D. L. M. ( M.V.Ll.)