martes, 3 de abril de 2007

SINFONÍA AGRIDULCE: TUS ALAS

Hubo alguna vez un hombre alado.
De alas negras y tupidas..
De comisuras caídas.
De ojos tristes y mirosos.
Llevaba un sombrero que le impedía volar.
Sus alas no le ayudaban y le pesaban.
Sobre sus angulosos hombros esquinado.
Eran sus manos solitarias plumas muy peinadas.
Su mayor tesoro estrujaba su corazón.
Andaba errante y a la deriva.
Portaba en sus ropas emociones escondidas.
Guardaba en sus bolsillos gotas del dulce fruto congelado.
En su boca besos ciegos y angustiados.
Hubo una vez un hombre alado y congelado.
Apegado a la tierra no volaba.
De su semen se nutrían sus raíces.
Profundamente enterradas, ancladas.
Su lujuria, inmenso mar de nubes de algodón azucarado.
Galopando en puertas ajenas se extasiaba.
Quieto, deambuloso, tormentoso.
Robaba sueños de extrañas mujeres y las deleitaba.
De sus sueños nutría sus entrañas.
Sexo, pechos, nalgas, roces, embestidas y miradas.
Las convertía a placeres mundanos.
Les quitaba el alma y se las daba.
Hubo una vez un hombre alado.
De fuertes lazos y leyes apegado.
Es su molde, en su piel lo lleva enfundado.
¿Andará en una puerta alejado?
¿Soñará algún cuento de hadas excitado?
Despójate de las alas hombre alado.
Camina tu sendero de mieles terrenales.
Beso tus raíces espermadas y saladas.
Déjame de recuerdo tus alas congeladas…

No hay comentarios.: