El sol los encontró abrazados.
Sintiéndose tibiamente.
Envolviéndola el con su cuerpo.
Entrelazando sus piernas.
Las manos en su sexo duro.
Las manos en sus pechos grandes.
Su sexo erguido, suave, empujador.
Sus pechos erizados y sus pezones alzados.
El frío y el viento los despertó.
Se olfatearon.
Se apretujaron.
Se besaron.
Se saborearon. Se chuparon.
Cual macho y hembra, se lamieron.
Como sanando sus heridas.
Rozando su áspero mentón por toda su espalda.
Deslizando su lengua por su glande estirado.
Deslizando sus labios por su duro clítoris.
Se acunan.
Se montan.
Se mecen.
Uno dentro del otro.
Empujando sus nalgas contra el otro y la otra.
Deseándose infinitamente.
Encontrándose en un orgasmo mortal.
Muriendo y regresando a la vida.
Empapándose de sus jugos.
Bebiéndolo ella a el.
El a ella.
Entrelazando sus dedos.
Apretando sus manos.
Latiendo sus pulsos.
Dejándose muy quietos.
Y continuar deseándose.
Hasta el fin de los días.
Siempre acariciándose.
Suspirándose.
Protegiéndose.
Cuidándose.
Aprendiendo sus formas de memoria.
Grabando sus pieles en sus instintos
.
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